Siempre oímos hablar de la delincuencia o peor la vivimos y la vemos.Para llegar a ser delincuente sólo se necesitan dos cosas.
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Recibir malos ejemplos y tener una mente para grabarlos. Los malos ejemplos pueden provenir de nuestros padres y de la sociedad que nos rodea. Dentro de los malos ejemplos sociales están los programas y películas de televisión o cine, la vida en las calles. Hasta la forma en que se resuelven los conflictos familiares y personales, pueden ser malos ejemplos. Los malos ejemplos son la primera educación. Ya que la vivencia es directa enseña con más efectividad.
En estos días miraba a un niño de no mas de cuatro años que jugaba con otro de similar edad, la verdad es que observe que en ellos la manera de jugar se transformo cuando uno encontró un pedazo de madera, pequeño, e hizo de el un arma, con movimientos sofisticados y posiciones ya entrenadas ,hacia amagues de ataques contra su adversario, el otro niño le decía, con posiciones marciales, “te lanzo una bola de poder”, buuummm, así continuo en “Juego” hasta que se aburrieron y se dedicaron a jugar con una pelota que estaba en el jardín.
No hay una casa en ningún barrio donde no falte una TV. Los adolescentes escuchan muchas cosas. Pero las propagandas y la publicidad dan el ejemplo de dónde comer, qué comprar, como ser feliz teniendo. ¿Dónde la mayoría de estos jóvenes conseguirán recursos para alcanzar lo que la propaganda les dice. ¿Para quién es esa publicidad? No es formativa.
Crea la infelicidad para los que no tienen recursos. Esa publicidad es para un mundo distinto a los de las mayorías, hay que tener presente este tema. Y a los padres sobre todo saber que es lo que miran sus hijos, con quienes se juntan, existe comunicación verdadera o solo se le preguntan las notas y nada mas, tienen actividades extra escolares, profesar alguna fe, saben donde están cuando salen. La paz y la armonía constituyen la mayor riqueza de la familia, y su mejor factor de protección.